Con el fin de eliminar los agentes patógenos presentes en la leche, la misma se somete a una serie de procesos tecnológicos. La composición natural de este alimento favorece la presencia y el cultivo de varios patógenos que alteran su composición y pueden dañar la salud de quien la consume.
Durante años se ha sometido la leche a un proceso llamado pasteurización en la que se somete a elevadas temperaturas (70°C), la cual se va elevando hasta un valor que no exceda los 100°C. De esta forma se lograba eliminar un alto grado de los microorganismos presentes en su composición sin afectar los valores nutritivos del alimento. No obstante para que no se alteren las propiedades obtenidas, es necesario conservar la leche a una temperatura de aproximadamente 4°C, acortándose a 10 días la vida útil del producto suponiendo que no se alterasen las condiciones de conservación.
Recientemente investigadores de la Universidad Estadounidense Cornell enfrascados en mejorar la calidad del alimento, constataron en sus estudios que determinados microorganismos son capaces de sobrevivir al proceso de pasteurización. Estos microorganismos son los responsables de que la leche se degrade luego de ser almacenada. Es por ello que estos científicos proponen un cambio tecnológico en el proceso, la búsqueda y utilización de nuevos aditivos, cambios metodológicos y normas de prevención que permitan eliminar las bacterias que sobreviven y las esporas, todo lo cual llevaría a un alargamiento de la vida útil de la leche.
Las bacterias que provocan la degradación del alimento pertenecen al género Paenibacillus, las cuales son resistentes a las temperaturas extremas (tanto bajas como altas). Uno de los objetivos previstos por los científicos es encontrar el método por el cual se pueda detectar rápidamente la presencia de este patógeno en la leche.
La uperización es el otro proceso que se viene utilizando para el tratamiento del alimento, aunque aún no se ha podido determinar si las Paenibacillus también sobreviven a él. Mediante el mismo se somete la leche a una temperatura por encima de los 100°C por 3 segundos, eliminando prácticamente la totalidad de los microorganismos. En este proceso la composición del producto puede afectarse de manera casi imperceptible, pero tiene la ventaja de alargar su vida útil por algunas semanas, incluso sin necesidad de refrigeración. Los envasen de los productos sometidos a este proceso son marcado con las siglas UHT.
En la búsqueda de alternativas más eficientes, los científicos plantean que la utilización de rayos ultravioletas sería una técnica que además de erradicar los patógenos actuando sobre su ADN y de garantizar un producto de primera calidad, podría significar un considerable ahorro tanto económico como energético. Aun así se requiere una profundización en el estudio de este proceso para determinar su inocuidad y efectividad.
Paralelamente se trabaja en el perfeccionamiento de las técnicas utilizadas actualmente para elevar su por ciento de efectividad sin alterar los valores nutritivos de la leche, aún cuando supone un costo elevado para esta industria.